SPAM: Misión cumplida
Antes de nada, os recomiendo de verdad que si no sabéis de qué estoy hablando, o no leisteis mi artículo sobre el origen de la palabra Spam, acudáis a este enlace.
Aprovechando que llevaba en casa solo una semana y que ninguna autoridad paterna competente me habría permitido ingerir semejante engrudo, al final me lancé a satisfacer mi curiosidad: probar el Spam. ¿Será realmente tan malo como para asociarse para toda la eternidad a lo indeseado, a la basura? ¿A qué sabrá? ¿Viviría para ver el día siguiente?
El primer paso (el más delicado) fue abrir la lata. Una lata más impenetrable que un submarino nuclear (nucelar, se dice nucelar). Sorprendentemente, logré abrirla sin llevarme un dedo por delante en el intento.
El aspecto de la carne en lata más infame del planeta (es decir, con peor fama), es este:
Lo partí en trozos pequeños y lo metí en el microondas un minuto. También me calenté una lata de Beans, adquiridas ese mismo día en el mismo British Supermarket de Salou.
Y a comer. Si os digo la verdad, no está malo. Pero tampoco está muy bueno. Se puede comer, pero no me extraña que las tropas aliadas acabaran hasta las narices de comer siempre la misma mole de carne enlatada. No olvidéis que el Spam se asoció a lo indeseado por lo cansino que resultó. Comer cada día una lata de Spam debió ser tan duro como la guerra misma.
Asumiendo que no es algo para comer a menudo, y que su calidad deja bastante que desear, me lo comí tan ricamente. Lo puse en unas tostadas de pan Bimbo junto a los Beans (lo que conocemos comúnmente como dieta mediterránea, vaya), y tan feliz.
Y sólo también me gustó. Soy un estómago agradecido.
Aún me queda media lata, guardada en la nevera. Un día de estos, me la acabo. [Editado: mi padre ha resultado ser un admirador del Spam. Ni siquiera mis advertencias le han disuadido. Se ha acabado la media lata entera, el tío].
Pues eso, señores. He sobrevivido a uno de los alimentos con peor fama de la historia, sin la supervisión de un adulto responsable y sin el número de emergencias a mano.
Me siento orgulloso.